Tu Poema de Amor

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HUGUEANA

¡Ay de mí! Cuantas veces, arrobado

en la contemplación de una quimera,

me olvidé de la noble compañera

que Dios puso a mi lado.

 

—¡Siempre estás distraído! —me decía;

y yo, tras mis fantasmas estelares,

por escrutar lejanos luminares

el íntimo lucero no veía.

 

Qué insensatos antojos

los de mirar, como en tus versos, Hugo,

las estrellas en vez de ver sus ojos,

desdeñando, en mi triste desatino,

la cordial lucecita que a Dios plugo

encenderme en la sombra del camino...

 

Hoy que partió por siempre del amor mío,

no me importan los astros, pues sin ella

para mí el universo está vacío.

Antes, era remota cada estrella:

hoy, su alma es la remota, porque en vano

lo buscan mi mirada y mi deseo.

 

Ella, que iba conmigo de la mano,

es hoy lo más lejano:

los astros están cerca, pues los veo.