Tu Poema de Amor

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PRÓLOGO

24 de julio de 1920, Vega de Zujaira

Mi corazón está aquí,

Dios mío,

hunde tu cetro en él, Señor.

Es un membrillo

demasiado otoñal

y está podrido.

Arranca los esqueletos

de los gavilanes líricos

que tanto, tanto lo hirieron,

y si acaso tienes pico

móndale su corteza

de hastío.

 

Mas si no quieres hacerlo,

me da lo mismo,

guárdate tu cielo azul,

que es tan aburrido,

el rigodón de los astros.

 

Y tu infinito,

que yo pediré prestado

el corazón a un amigo.

Un corazón con arroyos

y pinos,

y un ruiseñor de hierro

que resista

el martillo

de los siglos.

 

Además, Satanás me quiere mucho,

fue compañero mío

en un examen de

lujuria, y el pícaro

buscará a Margarita,

me lo tiene ofrecido.

 

Margarita morena,

sobre un fondo de viejos olivos,

con dos trenzas de noche

de estío,

para que yo desgarre

sus muslos limpios.

 

Y entonces, ¡oh Señor!,

seré tan rico

o más que tú,

porque el vacío

no puede compararse

al vino

con que Satán obsequia

a sus buenos amigos.

Licor hecho con llanto.

¡Qué más da!

Es lo mismo

que tu licor compuesto

de trinos.

 

Dime, Señor,

¡Dios mío!

¿Nos hundes en la sombra

del abismo?

¿Somos pájaros ciegos

sin nidos?

 

La luz se va apagando.

¿Y el aceite divino?

Las olas agonizan.

¿Has querido

jugar como si fuéramos

soldaditos?

Dime, Señor,

¡Dios mío!

¿No llega el dolor nuestro

a tus oídos?

 

¿No han hecho las blasfemias

Babeles sin ladrillos

para herirte, o te gustan

los gritos?

¿Estas sordo? ¿Estás ciego?

¿O eres bizco

de espíritu

y ves el alma humana

con tonos invertidos?

 

¡Oh Señor soñoliento!

¡Mira mi corazón

frío

como un membrillo

demasiado otoñal

que está podrido!

 

Si tu luz va a llegar,

abre los ojos vivos;

pero si continúas

dormido,

ven, Satanás errante,

sangriento peregrino,

ponme la Margarita

morena en los olivos

con las trenzas de noche

de estío,

que yo sabré encenderle

sus ojos pensativos

con mis besos manchados

de lirios.

Y oiré una tarde ciega

mi ¡Enrique! ¡Enrique!,

lírico,

mientras todos mis sueños

se llenan de rocío.

Aquí, Señor, te dejo

mi corazón antiguo,

voy a pedir prestado

otro nuevo a un amigo.

 

Corazón con arroyos

y pinos,

corazón sin culebras

ni lirios.

Robusto, con la gracia

de un joven campesino

que atraviesa de un salto

el río.