Tu Poema de Amor

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La noche

Por que duermas, hijo mío,

el ocaso no arde más:

no hay más brillo que el rocío,

más blancura que mi faz.

 

Por que duermas, hijo mío,

el camino enmudeció:

nadie gime sino el río;

nada existe sino yo.

 

Se anegó de niebla el llano.

Se encongió el suspiro azul.

Se ha posado como mano

sobre el mundo la quietud.

 

Yo no sólo fui meciendo

a mi niño en mi cantar:

a la Tierra iba durmiendo

el vaivén del acunar.