Tu Poema de Amor

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NOCTURNO

Oh dulce niña pálida, que como un montón de oro

de tu inocencia cándida conservas el tesoro;

a quien los más audaces, en locos devaneos

jamás se han acercado con carnales deseos;

tú, que adivinar dejas inocencias extrañas

en tus ojos velados por sedosas pestañas,

y en cuyos dulces labios -abiertos sólo al rezo-

jamás se habrá posado ni la sombra de un beso...

Dime quedo, en secreto, al oído, muy paso,

con esa voz que tiene suavidades de raso:

si entrevieras en sueños a aquél con quien tú sueñas

tras las horas de baile rápidas y risueñas,

y sintieras sus labios anidarse en tu boca

y recorrer tu cuerpo, y en su lascivia loca

besar todos sus pliegues de tibio aroma llenos

y las rígidas puntas rosadas de tus senos;

si en los locos, ardientes y profundos abrazos

agonizar soñaras de placer en sus brazos,

por aquel de quien eres todas las alegrías,

¡oh dulce niña pálida!, di, ¿te resistirías?