Tu Poema de Amor

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NOTAS PERDIDAS

I

 

Es media noche. –Duerme el mundo ahora

bajo el ala de niebla del silencio

vagos rayos de luna

y el fulgor incierto

de lámpara velada

alumbran su aposento.

En las teclas del piano

vagan aún sus marfilinos dedos,

errante la mirada

dice algo que no alcanza el pensamiento.

¡Cómo perfuma el aire el blanco ramo

marchito en el florero,

cuán suave es el suspiro

que vaga entre sus labios entreabiertos!

................................................................

¡Adriana! ¡Adriana! de tan dulces horas

guardarán el secreto

tu estancia, el rayo de la luna, el vago

ruïdo de tus besos,

la noche silenciosa,

y en mi alma el recuerdo!...

 

II

 

Si en vosotras algún día

se fijan sus ojos bellos,

¡pobres estrofas! habladle

con rumor suäve y ledo

como notas de una música

que oímos ha mucho tiempo,

y que impregnada de aromas

torna en las alas del viento.

Alzada cual leve brisa

besad sus blondos cabellos

y penetrad en su alma

y en los espacios perdeos

como en la santa capilla

las espirales de incienso!...

 

III

 

Como recuerdo de su amor sincero,

recuerdo dulce y único

de aquel amor suave y melancólico

cual la luz del crepúsculo,

guardo en un cofrecito plateado

unas rosas de musgo

las contemplo en mis horas de alegría,

las beso cuando sufro,

¡aún guardan el perfume penetrante

de los cabellos suyos!

................................................................

Cuando bajo la tierra muda y fría

duerma, lejos del mundo,

cuando el ramaje de movible sauce

cobije mi sepulcro,

sobre la piedra que mis restos vele

poned el ramo mustio!

 

IV

 

La noche en que al dulce beso

del amor, se abrió su alma

caminando lentamente

iba, en mi brazo apoyada.

No había luna. Las estrellas

vertían su luz escasa,

y sobre el cielo profundo

nuestros ojos contemplaban

como una bruma ligera,

la brillante vía láctea,

suspiró. Con voz muy queda

dime, le dije, ¡te cansas!

alzó la hermosa cabeza,

se iluminó su mirada

y murmuró. Mira dicen

que es grande, inmensa la vaga

bruma que brilla a lo lejos

como una niebla de plata,

que la forman otros mundos

que están a inmensa distancia,

que la luz solar invierte

siglos en atravesarla,

y si Dios quisiera un día

a ti y a mí darnos alas

esa distancia infinita

feliz, contigo cruzara!

Bajo la noble cabeza

desvió la viva mirada

y dijo paso –de nuevo

me preguntabas "te cansas"!

 

V

 

¡Pobre! junto del hombre aquel, su vida

fue como un rayo del estivo sol,

que se pierde en un caos de neblinas

sin forma ni color.

................................................................

Las veces en que, en horas de tristeza,

las sombras de otros tiempos evocó

y el recuerdo feliz y sonriente

de su primer amor,

las veces en que al beso de la pena

quizá lanzó un ¡ay! y murmuró

cabe la cuna del dormido niño

una dulce canción,

las veces en que en luchas interiores

del sentimiento el grito sofocó

como el [humilde] aroma de las rosas

lo sabe sólo Dios!

 

VI

 

Encontrarás poesía

dijo entonces, sonrïendo

en el recinto sagrado

de los cristianos templos,

en los lugares que nunca

humanos pies recorrieron,

en los bosques seculares

donde se oculta el silencio,

en los murmullos sonoros

de las ondas y del viento,

en la voz de los follajes

del amor en los recuerdos,

de las niñas de quince años

en los blancos aposentos,

en las tristezas profundas

como el Cristo

en las noches estrelladas,

...jamás en los malos versos!

 

VII

 

Como tú sobre la dura

roca nativa, parásita

también he visto en la vida

sobre las rocas más áridas

criaturas tristes y buenas

embellecer...

 

VIII

 

¡La visteis! dulce y serena

su faz retrata su calma

y aunque de visiones llena

aún está virgen su alma.

Tiene la piel suave y pura

cual las hojas de las lilas,

ensueños de honda ternura

rebosan en sus pupilas.

Pequeño y la forma arqueada

el pie nervioso y breve

y pálida y hoyuelada

la blanca mano de nieve.

La mirada traviesa

con lumbre vívida brilla

bajo de la blonda espesa

de la española mantilla.

Y al meditar en sus besos

perdiéndose en sus miradas

se sueñan locos excesos

de frescas carnes rosada[s].

Su alegre estancia risueña

medio-templo, medio-nido,

conversa al alma que sueña

con un lenguaje escondido.

Hacia sus grandes ventanas

que velan leves cortinas

tienden las oscuras ramas

las madreselvas vecinas.

De noche mis pensamientos

allí van –ruido importuno

en las alas de los vientos

con los rayos de la luna.

Y al penetrar, a la mesa

vuelan –do lee o delira-

o hacia el Cristo al cual le reza,

o al espejo do se mira.

Y cual una visión vana

que evaporándose crece

se salen por la ventana

cuando la aurora amanece!

 

IX

 

Bajad a la pobre niña,

bajadla con mano trémula,

y con cuidadoso esmero

entre la fosa ponedla

y arrojad sobre su tumba

frías puñadas de tierra!

Aún sobre sus labios rojos

la sonrisa postrimera,

tan joven y tan hermosa

y descansa helada, yerta,

y está marchito el tesoro

de su dulce adolescencia!

Bajad a la pobre niña,

¡bajadla con mano trémula

y con cuidadoso esmero

entre la fosa ponedla

y arrojad sobre su tumba

frías puñadas de tierra!

Cavad ahora otra fosa,

cavadla con mano trémula,

de la sonriente niña

del triste sepulcro cerca,

para que lejos del mundo

su sueño postrero duerman

mis recuerdos de cariño

y mis memorias más tiernas.

Bajadlos desde mi alma.