Tu Poema de Amor

  • Aumentar fuente
  • Fuente predeterminada
  • Disminuir fuente

LA CALAVERA

En el derruído muro

de la huerta del convento,

en un agujero oscuro

donde, al pasar, silba el viento,

y, como una dolorida

queja a las piedras arranca,

hay, en el fondo, escondida

una calavera blanca.

De algún fraile soñador

de vida ejemplar y bella

y dedicada al Señor,

en el mundo única huella.

Abre los ojos, sin fondo,

como a visiones extrañas,

y del vacío en lo hondo

forjan telas las arañas.

Húmedo musgo grisoso

recubre la antigua grieta,

donde, en supremo reposo,

descansa ignorada y quieta.

Pero hasta aquella escondida

mansión la brisa ligera

lleva murmullos de vida

y olores de primavera.

Golondrinas, que en sus marchas

dejaron el patrio río,

huyendo de las escarchas,

de las brumas y del frío,

cuando la luz del Poniente

filtra por el hondo hueco

y hace parecer viviente

el cráneo rígido y seco,

desde las negras ruïnas,

alzan sosegado vuelo,

en sus vueltas peregrinas

tocan las ramas y el suelo,

como buscando en el prado,

ya por la tarde, sombrío,

el espíritu elevado

que habitó el cráneo vacío.