Tu Poema de Amor

  • Aumentar fuente
  • Fuente predeterminada
  • Disminuir fuente
Inicio . Lope de Vega MIL AÑOS HA QUE NO CANTO

MIL AÑOS HA QUE NO CANTO

Mil años ha que no canto

porque ha mil años que lloro

trabajos de mi destierro,

que fueran de muerte en otros.

 

Sin cuerdas el instrumento,

desacordado de loco,

con cuatro clavijas menos,

cubierto y lleno de polvo,

 

ratones han hecho nido

en medio del lazo de oro

por donde el aire salía,

blando, agudo, grave y ronco.

 

Muchos piensan, y se engañan,

que pues callo piedras cojo,

y mala landre me dé

si no es de pereza todo;

 

fuera de que ha pocos días

que ciertos poetas mozos

dan en llamarme Belardos,

hurtándome el nombre solo.

 

Substitutos de mis bienes

y libres de mis enojos,

revocan mis testamentos,

de mi desdicha envidiosos.

 

Un codicilo se canta,

en que dicen que revoco

todas las mandas pasadas:

Dios sabe lo que me corro.

 

Los estrelleros de Venus

le dan más priesa que al moro

que de Sidonia partía

a impedir el desposorio.

 

En fe de mi nombre antiguo

cantan pensamientos de otros,

quizá porque siendo males

yo triste los pague todos.

 

Por algún pequeño hurto

echan de la casa a un mozo

y si algo falta después.

aquel se lo llevó todo.

 

¡Oh Filis, cuán engañada

te han tenido maliciosos,

pues ha tres años y más

que aun a solas no te nombro!

 

Si escribo de ajenos gustos

algunos versos quejosos,

gentilhombres de tu boca,

te los pintan como propios;

 

y con estar por tu causa

que aun apenas me conozco,

y con tres años de ausencia

quieren decir que te adoro;

 

y plega a Dios que si hoy día

a su brazo poderoso

para ti no pido un rayo,

que a mí mate con otro.

 

¿Soy por dicha Durandarte?

¿Soy Leandro? ¿Soy Andronio;

o soy discípulo suyo

o tú del viento furioso?

 

¡Mal hayan las tortolillas,

mal haya el tronco y el olmo

de do salieron las varas

que el vulgo ha tirado al toro!

 

Lisardo, aquel ahogado

como Narciso en el pozo,

antes que a la guerra fuese

dijo bien esto del olmo:

 

¡Oh, guarde Dios a Riselo,

guarda mayor de mi soto,

que mi vega maldecía

por barbechar sus rastrojos!

 

Todo el mundo dice y hace;

yo lo pago y no lo como,

y hecho Atlante de malicias

sustento un infierno en hombros.