Tu Poema de Amor

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Inicio . Lope de Vega CUANDO LAS ENCINAS

CUANDO LAS ENCINAS

Cuando las secas encinas,

álamos y robles altos,

los secos ramillos visten

de verdes hojas y ramos;

 

y las fructíferas plantas

con mil pimpollos preñados

brotando fragantes flores

hacen de lo verde blanco,

 

para pagar el tributo

al bajo suelo, ordinario

natural de la influencia

qu'el cielo les da cada año;

 

y secas las yerbezuelas

de los secretos contrarios

por naturales efectos

al ser primero tornando,

 

de cuyos verdes renuevos

nacen mil colores varios

de miles distintas flores

que esmaltan los verdes prados;

 

los lechales cabritillos

y los corderos balando

corren a las alcaceles

ya comiendo, ya jugando,

 

cuando el pastor Albano suspirando

con lágrimas así dice llorando:

«Todo se alegra, mi Belisa, ahora,

solo tu Albano se entristece y llora».

 

Los romeros y tomillos,

de cuyos floridos ramos

las fecundas abejuelas

sacan licor dulce y claro;

 

y con la mucha abundancia,

su labor melificando

hinchen el panal nativo

de poleo tierno y blanco,

 

de cuyos preñados huevos

los hijuelos palpitando

salen por gracia divina

a poblar ajenos vasos;

 

las laboriosas hormigas

de sus provistos palacios

seguras salen a ver

el tiempo sereno y claro,

 

y los demás animales,

aves, peces, yerba o campo

desechando la tristeza

todos se alegran ufanos,

 

previniste, tiempo alegre,

mas triste el pastor Albano,

a su querida Belisa

dice, el sepulcro mirando:

 

Cuando el pastor Albano suspirando

con lágrimas así dice llorando:

«Todo se alegra, mi Belisa, ahora,

solo tu Albano se entristece y llora».

 

Belisa, señora mía,

hoy se cumple justo un año

que de tu temprana muerte

gusté aquel potaje amargo.

 

Un año te serví enferma,

¡ojalá fueran mil años,

que así enferma te quisiera,

contino aguardando el pago!

 

Solo yo te acompañé

cuando todos te dejaron,

porque te quise en la vida

y muerta te adoro y amo;

 

y sabe el cielo piadoso

a quien fiel testigo hago,

si te querrá también muerta

quien viva te quiso tanto.

 

Dejásteme en tu cabaña

por guarda de tu rebaño,

con aquella dulce prenda

que me dejaste del parto;

 

que por ser hechura tuya

me consolaba algún tanto

cuando en su divino rostro

contemplaba tu retrato,

 

pero duróme tan poco

qu'el cielo por mis pecados

quiso que también siguiese

muerta tus divinos pasos,

 

Cuando el pastor Albano suspirando

con lágrimas así dice llorando:

«Todo se alegra, mí Belísa, ahora,

solo tu Albano se entristece y llora