Tu Poema de Amor

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Inicio . Lope de Vega AL PONERLE EN LA CRUZ

AL PONERLE EN LA CRUZ

En tanto que el hoyo cavan

a donde la cruz asienten,

en que el Cordero levanten

figurado por la sierpe,

 

aquella ropa inconsútil

que de Nazareth ausente

labró la hermosa María

después de su parto alegre,

 

de sus delicadas carnes

quitan con manos aleves

los camareros que tuvo

Cristo al tiempo de su muerte.

 

No bajan a desnudarle

los espíritus celestes,

sino soldados que luego

sobre su ropa echan suertes.

 

Quitáronle la corona,

y abriéronse tantas fuentes,

que todo el cuerpo divino

cubre la sangre que vierten.

 

Al despegarle la ropa

las heridas reverdecen,

pedazos de carne y sangre

salieron entre los pliegues.

 

Alma pegada en tus vicios,

si no puedes, o no quieres

despegarte tus costumbres,

piensa en esta ropa, y puede.

 

A la sangrienta cabeza

la dura corona vuelven,

que para mayor dolor

le coronaron dos veces.

 

Asió la soga un soldado,

tirando a Cristo, de suerte

que donde va por su gusto

quiere que por fuerza llegue.

 

Dio Cristo en la cruz de ojos,

arrojado de la gente,

que primero que la abrace,

quieren también que la bese.

 

¡Qué cama os está esperando,

mi Jesús, bien de mis bienes,

para que el cuerpo cansado

siquiera a morir se acueste!

 

¡Oh, qué almohada de rosas

las espinas os prometen!;

¡qué corredores dorados

los duros clavos crueles!

 

Dormid en ella, mi amor,

para que el hombre despierte,

aunque más dura se os haga

que en Belén entre la nieve.

 

Que en fin aquella tendría

abrigo de las paredes,

las tocas de vuestra Madre,

y el heno de aquellos bueyes.

 

¡Qué vergüenza le daría

al Cordero santo el verse,

siendo tan honesto y casto,

desnudo entre tanta gente!

 

¡Ay divina Madre suya!,

si agora llegáis a verle

en tan miserable estado,

¿quién ha de haber que os consuele?

 

Mirad, Reina de los cielos,

si el mismo Señor es éste,

cuyas carnes parecían

de azucenas y claveles.

 

Mas, ¡ay Madre de piedad!,

que sobre la cruz le tienden,

para tomar la medida

por donde los clavos entren.

 

¡Oh terrible desatino!,

medir al inmenso quieren,

pero bien cabrá en la cruz

el que cupo en el pesebre.

 

Ya Jesús está de espaldas,

y tantas penas padece,

que con ser la cruz tan dura,

ya por descanso la tiene.

 

Alma de pórfido y mármol,

mientras en tus vicios duermes,

dura cama tiene Cristo,

no te despierte la muerte.