Cierro los ojos para disuadirme.
Ahora no es, no puede ser la muerte.
Está el escarabajo a tropezones,
mi sed de ti, la baja tarde inmóvil.
De veras está todo como antes:
el cielo tan inerme,
la misma soledad tan maciza,
la luz que se devora y no comprende.
Todo está como antes
de tu rostro sin nubes,
todo aguarda como antes la anunciada
estación en suspenso,
pero también estaba entonces este pánico
de no saber huir y no saber
alejarme del odio.
De veras todo está
destruido, indescifrable,
como verdad caída inesperadamente
del cielo o del olvido
y si alguien, algo, me golpea los párpados
es una lenta gota empecinada.
Ahora no es, no puede ser la muerte.
Abro los ojos para convencerme.
En pie
Sigo en pie
por latido
por costumbre
por no abrir la ventana decisiva
y mirar de una vez a la insolente
muerte
esa mansa
dueña de la espera
sigo en pie
por pereza en los adioses
cierre y demolición
de la memoria
no es un mérito
otros desafían
la claridad
el caos
o la tortura
seguir en pie
quiere decir coraje
o no tener
donde caerse
muerto.