Tu Poema de Amor

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ODA AL MAÍZ

América, de un grano

de maíz te elevaste

hasta llenar

de tierras espaciosas

el espumoso

océano.

Fue un grano de maíz tu geografía.

El grano

adelantó una lanza verde,

la lanza verde se cubrió de oro

y engalanó la altura

del Perú con su pámpano amarillo.

 

Pero, poeta, deja

la historia en su mortaja

y alaba con tu lira

al grano en sus graneros:

canta al simple maíz de las cocinas.

 

Primero suave barba

agitada en el huerto

sobre los tiernos dientes

de la joven mazorca.

Luego se abrió el estuche

y la fecundidad rompió sus velos

de pálido papiro

para que se desgrane

la risa del maíz sobre la tierra.

 

A la piedra

en tu viaje, regresabas.

No a la piedra terrible,

al sanguinario

triángulo de la muerte mexicana,

sino a la piedra de moler,

sagrada

piedra de nuestras cocinas.

Allí leche y materia,

poderosa y nutricia

pulpa de los pasteles

llegaste a ser movida

por milagrosas manos

de mujeres morenas.

 

Donde caigas, maíz,

en la olla ilustre

de las perdices o entre los fréjoles

campestres, iluminas

la comida y le acercas

el virginal sabor de tu substancia.

 

Morderte,

panocha de maíz, junto al océano

de cantara remota y vals profundo.

Hervirte

y que tu aroma

por las sierras azules

se despliegue.

 

Pero, dónde

no llega

tu tesoro?

 

En las tierras marinas

y calcáreas,

peladas, en las rocas

del litoral chileno,

a la mesa desnuda

del minero

a veces sólo llega

la claridad de tu mercadería.

 

Puebla tu luz, tu harina, tu esperanza

la soledad de América,

y el hambre

considera tus lanzas

legiones enemigas.

 

Entre tus hojas como

suave guiso

crecieron nuestros graves corazones

de niños provincianos

y comenzó la vida

a desgranarnos.