Tu Poema de Amor

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Inicio Neruda ODAS DE PABLO NERUDA ODA A DON JORGE MANRIQUE

ODA A DON JORGE MANRIQUE

Adelante, le dije,

y entró el buen caballero

de la muerte.

 

Era de plata verde

su armadura

y sus ojos

eran

como el agua marina.

Sus manos y su rostro

eran de trigo.

 

Habla, le dije, caballero

Jorge,

no puedo

oponer sino el aire

a tus estrofas.

De hierro y sombra fueron,

de diamantes

oscuros

y cortadas

quedaron

en el frío

de las torres

de España,

en la piedra, en el agua,

en el idioma.

Entonces, él me dijo:

«Es la hora

de la vida.

Ay

si pudiera

morder una manzana,

tocar la polvorosa

suavidad de la harina.

Ay si de nuevo

el canto…

No a la muerte

daría

mi palabra…

Creo

que el tiempo oscuro

nos cegó

el corazón

y sus raíces

bajaron y bajaron

a las tumbas,

comieron

con la muerte.

Sentencia y oración fueron las rosas

de aquellas enterradas

primaveras

y, solitario trovador,

anduve

callado en las moradas

transitorias:

todos los pasos iban

a una solemne

eternidad

vacía.

Ahora

me parece

que no está solo el hombre.

En sus manos

ha elaborado

como si fuera un duro

pan, la esperanza,

la terrestre

esperanza».

 

Miré y el caballero

de piedra

era de aire.

 

Ya no estaba en la silla.

 

Por la abierta ventana

se extendían las tierras,

los países,

la lucha, el trigo,

el viento.

 

Gracias, dije, don Jorge, caballero.

 

Y volví a mi deber de pueblo y canto.