Tu Poema de Amor

  • Aumentar fuente
  • Fuente predeterminada
  • Disminuir fuente

SIN EMBARGO ME MUEVO

De cuando en cuando soy feliz!

opiné delante de un sabio

que me examinó sin pasión

y me demostró mis errores.

 

Tal vez no había salvación

para mis dientes averiados,

uno por uno se extraviaron

los pelos de mi cabellera:

mejor era no discutir

sobre mi tráquea cavernosa:

en cuanto al cauce coronario

estaba lleno de advertencias

como el hígado tenebroso

que no me servía de escudo

o este riñón conspirativo.

Y con mi próstata melancólica

y los caprichos de mi uretra

me conducían sin apuro

a un analítico final.

 

Mirando frente a frente al sabio

sin decidirme a sucumbir

le mostré que podía ver,

palpar, oír y padecer

en otra ocasión favorable.

Y que me dejara el placer

de ser amado y de querer:

me buscaría algún amor

por un mes o por una semana

o por un penúltimo día.

 

El hombre sabio y desdeñoso

me miró con la indiferencia

de los camellos por la luna

y decidió orgullosamente

olvidarse de mi organismo.

 

Desde entonces no estoy seguro

de si yo debo obedecer

a su decreto de morirme

o si debo sentirme bien

como mi cuerpo me aconseja.

 

Y en esta duda yo no sé

si dedicarme a meditar

o alimentarme de claveles.