Tu Poema de Amor

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Inicio . Rubén Darío III AL REY ÓSCAR

III AL REY ÓSCAR

Le Rois de Suède et de Norvège, après avoir vi-

sité Saint-Jean-de-Luz s'est rendu à Hendaye et

à Fonterrabie. En arrivant sur le sol espagnol, il a

crié: «Vive l'Espagne!»

Le Figaro, mars 1899.

Así, sire, en el aire de la Francia nos llega

la paloma de plata de Suecia y de Noruega,

que trae en vez de olivo una rosa de fuego.

 

Un búcaro latino, un noble vaso griego

recibirá el regalo del país de la nieve.

Que a los reinos boreales el patrio viento lleve

otra rosa de sangre y de luz españolas;

pues sobre la sublime hermandad de las olas,

al brotar tu palabra, un saludo le envía

al sol de media noche el sol de Mediodía.

 

Si Segismundo siente pesar, Hamlet se inquieta.

El Norte ama las palmas; y se junta el poeta

del fiord con el del carmen, porque el mismo oriflama

es de azur. Su divina cornucopia derrama

sobre el polo y el trópico la Paz; y el orbe gira

en un ritmo uniforme por una propia lira:

el Amor. Allá surge Sigurd que al Cid se aúna,

cerca de Dulcinea brilla el rayo de luna,

y la musa de Bécquer del ensueño es esclava

bajo un celeste palio de luz escandinava.

 

Sire de ojos azules, gracias: por los laureles

de cien bravos vestidos de honor; por los claveles

de la tierra andaluza y la Alhambra del moro;

por la sangre solar de una raza de oro;

por la arrnadura antigua y el yelmo de la gesta;

por las lanzas que fueron una vasta floresta

de gloria y que pasaron Pirineos y Andes;

por Lepanto y Otumba; por el Perú, por Flandes;

por Isabel que cree, por Cristóbal que sueña

y Velázquez que pinta y Cortés que domeña;

por el país sagrado en que Herakles afianza

sus macizas columnas de fuerza y esperanza,

mientras Pan trae el ritmo con la egregia siringa

que no hay trueno que apague ni tempestad que extinga;

por el león simbólico y la Cruz, gracias, sire.

 

¡Mientras el mundo aliente, mientras la esfera gire,

mientras la onda cordial aliente un ensueño,

mientras haya una viva pasión, un noble empeño,

un buscado imposible, una imposible hazaña,

una América oculta que hallar, vivirá España!

 

¡Y pues tras la tormenta vienes de peregrino

real, a la morada que entristeció el destino,

la morada que viste luto su puerta abra

al púrpureo y ardiente vibrar de tu palabra:

y que sonría, oh rey Óscar, por un instante;

y tiemble en la flor áurea el más puro brillante

para quien sobre brillos de corona y de nombre,

con labios de monarca lanza un grito de hombre!