Tu Poema de Amor

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Inicio . Sor Juana Ines EXPRESA LOS EFECTOS DEL AMOR DIVINO

EXPRESA LOS EFECTOS DEL AMOR DIVINO

I

Traigo conmigo un cuidado

y tan esquivo que creo

que aunque se sentirlo tanto,

aun yo misma no lo siento.

 

Es amor, pero es amor

que faltándole lo ciego,

los ojos que tiene son

para darle más tormento.

 

El término no es a quo,

que causa el pesar, que veo,

que siendo el término el bien

todo el dolor es el medio.

 

Si es lícito y aun debido

este cariño que tengo

¿por qué me han de dar castigo

porque pago lo que debo?

 

¡Oh cuánta fineza, oh cuántos

cariños he visto tiernos!

que amor que se tiene en Dios

es calidad sin opuestos.

 

De lo lícito no puede

hacer contrarios conceptos

con que es amor que al olvido

no puede vivir expuesto.

 

Yo me acuerdo ¡oh nunca fuera!

que he querido en otro tiempo

lo que pasó de locura

y lo que excedió de extremo.

 

Más como era amor bastardo

y de contrarios compuesto,

fue fácil desvanecerse

de achaque de su ser mesmo.

 

Mas ahora ¡ay de mi! está

tan en su natural centro,

que la virtud y razón

son quien aviva su incendio.

 

Quien tal oyere dirá

que si es así ¿por qué peno?

Más mi corazón ansioso

dirá que por eso mesmo.

 

¡Oh humana flaqueza nuestra,

adonde el más puro afecto

aun no sabe desnudarse

del natural sentimiento!

 

Tan precisa es la apetencia

que a ser amados tenemos,

que aun sabiendo que no sirve

nunca dejarla sabemos.

 

Que corresponda a mi amor

nada añade, mas no puedo

por más que lo solicito

dejar yo de apetecerlo.

 

Si es delito, ya lo digo;

si es culpa, ya lo confieso,

mas no puedo arrepentirme

por más que hacerlo pretendo.

 

Bien ha visto quien penetra

lo interior de mis secretos

que yo misma estoy formando

los dolores que padezco.

 

Bien sabe que soy yo misma

verdugo de mis deseos,

pues muertos entre mis ansias,

tienen sepulcro en mi pecho.

 

Muero ¿quién lo creerá? a manos

de la cosa que más quiero,

y el motivo de matarme

es el amor que le tengo.

 

Así alimentando triste

la vida con el veneno,

la misma muerte que vivo,

es la vida con que muero.

 

Pero, valor, corazón,

porque en tan dulce tormento,

en medio de cualquier suerte

no dejar de amar protesto.

 

II

 

Mientras la gracia me excita

por elevarse a la esfera,

más me abate a lo profundo

el peso de mis miserias.

 

La virtud y la costumbre

en el corazón pelean

y el corazón agoniza

en tanto que lidian ellas.

 

Y aunque es la virtud tan fuerte,

temo que tal vez la venzan.

que es muy grande la costumbre

y está la virtud muy tierna.

 

Obscurécense el discurso

entre confusas tinieblas

pues ¿quién podrá darme luz

si está la razón a ciegas?

 

De mí misma soy verdugo

y soy cárcel de mí mesma.

¿quién vio que pena y penante

una propia cosa sean?

 

Hago disgusto a lo mismo

que más agradar quisiera;

y del disgusto que doy,

en mí resulta la pena.

 

Amo a Dios y siento en Dios,

y hace mi voluntad mesma

de lo que es alivio, cruz;

del mismo puerto, tormenta.

 

Padezca, pues Dios lo manda,

mas de tal manera sea

que si son penas las culpas,

que no sean culpas las penas.