Fueron innumerables las veces,
que escuché de tus labios,
aquel consabido estribillo:
"perdóname amor, perdóname".
El amor que en mí despertabas,
por completo nublaba mi mente
y ciegamente creía de nuevo,
en tus sinceros arrepentimientos.
Nuevamente hoy una vez más,
mi corazón se desangra
con profundo dolor,
pues como un puñal
que lo atraviesa sin compasión,
herido de muerte,
lo ha dejado tu nueva traición.
Sin embargo por esas ironías,
que la vida suele tener,
soy yo quien ahora te pide perdón,
te abandono y me alejo por siempre de ti,
al haber entregado mi amor a otro querer.